La orilla del mar. (Tellaro / Italia)

Con sumariamente y vagamente desconcertante que estos pueblos para resolver las pistas, Tellaro presentó a alcanzar el camino rural un lado y sin pretensiones, casas con jardín y explosión de limón, un lado del pueblo de interior que contrasta con el mapa. El navegador despistado no encuentra razón para dejar, en el supuesto amortizan por ahora el llamado golfo de los poetas y la cabeza y en la Toscana, tan diferente y tan cerca. Un poco a perseverar en la calle, sin embargo, se chupan un estrecho cañón de paredes pintadas de rosa, amarillo, naranja, escaleras desvían en sí mismos, las secciones sombreadas cubiertas con bóvedas de retorcerse de fachada a fachada, arcos de paso tras el cual la luz blanca explota mediodía. Disminución de entre una mínima explicación, sólo un descanso que, jibarizada plaza rastro queda de una silla de la iglesia a Nobby monocromo clásico y adaptado a su pequeña escala. Desde aquí repente se hace visible una costa rocosa, erizado de pitas y azotado por fuertes olas, sabíamos que el mar estaba allí, pero no hay sonido o el olor le hizo sentir.
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