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La galería, por la parte de La Princesa, la pasada semana. A.V.
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Existe una parte de Málaga que, hasta hace poco, era lo más parecido a un escenario de espagueti western, con la salvedad de que no rodaban por el horizonte esos famosos ‘matojos peloteros’.
Se trataba de los restos del pequeño polígono junto a La Princesa, un conjunto de veteranas naves que, cuando entraron en decrepitud, dieron días de gloria a los vecinos, pues aumentaron los indigentes que buscaban cobijo en su interior y sobre todo el trapicheo de drogas.
Afortunadamente, el Ayuntamiento echó abajo estas naves hace unos años. Hoy sólo queda un pequeño testimonio de la zona industrial entre la avenida de Juan XXIII y lo que eran las calles Santa Águeda y Santa Matilde, porque en el resto se está levantando la promoción de bloques blancos de La Princesa, uno de ellos de 80 metros de altura, asomado al futuro y achicado parque de Repsol o quizás a la zona de los futuros rascacielos.
Los nuevos bloques de La Princesa. A.V.
Pero si todo este entorno de La Princesa abandona la decrepitud y se aleja la sombra del Salvaje Oeste, hay un elemento que se resiste a dejar de aportar su dosis de cutrerío como gato panza arriba. Nos referimos a una suerte de estructura sacada del rodaje de la película Mad Max, bajo la que Mel Gibson habría hecho caballitos y derrapes con una moto apocalíptica.
Sin duda, los arqueólogos del futuro tendrán dificultad en encontrar su uso y se limitarán a describirla como «andrajo metálico de propósito desconocido».
Nos referimos al primer tramo a cielo abierto de la vía del tren, antes de entrar en la estación, compartido a ambos lados por La Princesa y la Cruz de Humilladero, con el agravante de que, por este último lado convive con un bonito parque, la zona recuperada junto al Colegio Hans Christian Andersen.
Estructura metálica junto al parque próximo al Colegio Hans Cristian Andersen y el puente de Juan Pablo II. A.V.
Hablamos de ese paseo semicubierto con una estructura metálica, que el tiempo ha tratado mucho peor que a Jordi Hurtado. Como tantos equipamientos ferroviarios está abandonado a su suerte, hermanado simbólicamente con el segundo (y acribillado) módulo de la estación de cercanías Victoria Kent, de la que hablamos en esta sección.
Los postes que sujetan la siniestra estructura, ennegrecidos en su base por el orín de perros y algún mamífero bípedo, combinan con un mar de pintadas que helarían la sangre de cualquier miembro de la Real Academia (una de ellas reza «Terf es ‘misoginia’»).
¿Tiene alguna posibilidad de recuperación esta doble estructura que por la Cruz de Humilladero casi llega hasta el puente de Juan Pablo II? Si continúa degradándose desde luego que no.
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