Redes antiguas, fugas, pinchazos, roturas, parches temporales, desinterés o fraude. Son solo algunas de las razones por las que medio centenar de pequeños municipios de Málaga —la mitad de toda la provincia— pierde hasta 7.000 millones de litros de agua durante su distribución desde el depósito hasta los grifos de las casas. La cifra procede de un informe impulsado por la Diputación Provincial malagueña que estudia las redes de abastecimiento locales que indica que el agua que se derrocha en 51 localidades analizadas hasta el momento en un año daría de beber a 90.000 personas. Es decir, la población de los 64 pueblos de menor población de Málaga o de ciudades como Lugo, Cáceres o San Fernando. “De nada sirve construir pozos y depósitos o hacer trasvases si luego se pierde el agua por el camino”, asegura Francisco Salado (PP), presidente de la diputación malagueña.
Málaga es una de las regiones que más está sufriendo la actual situación de sequía. Con los pantanos a un tercio de su capacidad y el de La Viñuela en estado crítico con apenas un 9,9% de volumen embalsado, según la Red Hidrosur, el territorio comienza a imponer restricciones mientras debate entre los usos prioritarios que debe tener el agua, la forma de repartirla o cómo mejorar el abastecimiento con nuevas infraestructuras como las desaladoras. Es una de las razones por las que la Diputación arrancó la pasada primavera un estudio —valorado en un millón de euros— para analizar más de 800 kilómetros de tuberías de 77 de los 101 municipios malagueños —los que tienen menos de 20.000 habitantes— y conocer el estado de la red de abastecimiento. Este miércoles presentó un avance con los datos de 51 pueblos y el diagnóstico es bastante pesimista: solo hay algunos en la Serranía de Ronda con prácticamente ninguna fuga. El resto acumulan varias. Algunos hasta 45 y pierden casi la mitad del caudal en el tránsito.
Para hacer sus cálculos, los especialistas han analizado las horas de menor consumo, entre las dos y las cuatro de la madrugada. Los datos han evidenciado que el gasto es muy superior al que debería en ese horario y que la causa es la existencia una gran cantidad de fugas y tomas fraudulentas, como han podido comprobar después sobre el terreno. También han hecho pruebas y han comprobado que cuando se solventan algunas de las fugas detectadas, el consumo nocturno disminuye. Los primeros cómputos arrojan que unos 19.450 metros cúbicos diarios se pierden cuando circulan por las tuberías, que suman unos siete hectómetros cúbicos al año. El coste aproximado de esa agua superaría los 3,5 millones de euros, cantidad que los municipios también dejan de ingresar.
En muchas ocasiones no ha sido necesario hacer una gran investigación para detectar problemas. Ha bastado con levantar las tapas de las arquetas para observar tubos con empalmes inestables o roturas, malas conexiones o piezas mal ajustadas. Las principales razones detectadas son el envejecimiento de la red de saneamiento y la existencia de parches para solventar averías que dejan funcionar con el paso del tiempo. A veces, la situación es tan inestable que un arreglo en un punto produce un problema en otro.
La situación es crítica para muchas localidades, algunas de las cuales acumulan casi medio centenar de averías. La administración supramunicipal cree que el arreglo de la red no es una prioridad. Es la norma, pero tiene excepciones. Como la de Teba, municipio de unos 4.000 habitantes cuyo ayuntamiento renovó hace siete años toda la red de distribución entre el depósito municipal y las viviendas. “Aún no conozco los datos concretos del pueblo, pero estoy seguro de que hemos reducido muchísimo las fugas”, destaca su alcalde, Cristóbal Miguel Corral (IU), que cree que el estudio que está realizando la Diputación es “fabuloso”.
Fuentes del sector creen que otros muchos pueblos se olvidan de mejorar las tuberías porque “las obras bajo tierra, las que no se ven, no dan votos”. Y también lo achacan a que en algunos de ellos el agua es prácticamente gratis para sus vecinos y está arraigada la idea de que no pasa nada por derrocharla. La Diputación espera llamar la atención sobre la importancia de evitar las pérdidas, el derroche y las conexiones fraudulentas. Y se ha puesto a disposición de las zonas rurales para ayudar en la inversión, dando el toque de atención a quienes prefieren gastar en fiestas. “Otros los han usado para repartir jamones en Navidad”, se ha quejado Salado.
De hecho, la institución supramunicipal ha invertido desde 2019 casi 17 millones de euros y tiene previstos otros 15 en obras hidráulicas y saneamiento que han ayudado a resolver problemas de abastecimiento de localidades como Valle de Abdalajís, Fuente de Piedra o Campillos. Su presidente, además, ha destacado haber hecho un esfuerzo para transferir fondos no condicionados —es decir, sin finalidad concreta— a los municipios y les ha pedido que también los utilicen para mejorar sus redes de manera “urgente”. Mientras no lo hagan se seguirán perdiendo cada año más de 7.000 millones de litros de agua en Málaga.
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