Ha vendido casi dos millones de libros en España y los ha visto publicados en 60 países en una decena de idiomas, pero Javier Castillo (Mijas, Málaga, 36 años) tuvo que sentarse en el suelo cuando su agente le contó que Netflix se había interesado por adaptar su novela La chica de nieve. “Fue alucinante”, recuerda. También un gran reto. Había que trasladar la trama del libro, que ocurre en las calles de Nueva York, a España. Barrió para casa. Se barajaron Vigo, Madrid o Barcelona, pero el rodaje acabó en la capital malagueña. “Esta ciudad lo tiene todo”, subraya el escritor. Málaga no es Manhattan, pero no hace falta. Lo demuestra con su camaleónica presencia en esta serie que Netflix estrena este viernes 27 de enero con Milena Smit y Jose Coronado como protagonistas y la propia ciudad, en su versión más oscura y lluviosa, como telón de fondo.
Málaga está de moda como destino turístico y cultural. También como lugar al que mudarse para trabajar en el sector tecnológico. Ahora es igualmente el escenario de un dramático thriller que arranca con la desaparición de Amaya Martín, de cinco años, durante la cabalgata de los Reyes Magos. Se inicia ahí una dramática búsqueda en la que una joven periodista, Miren Rojo —Milena Smit— becaria del diario Sur y víctima de una violación, tiene mucho que decir. Con la ayuda de su profesor, compañero y amigo Eduardo —Jose Coronado— trata de encontrar a la niña mientras se busca a sí misma, como si encontrarla le sirviese de redención. Lo hace de forma paralela la investigación policial, dirigida por la inspectora Belén Millán, que interpreta la sevillana Aixa Villagrán (Vida perfecta).
Las mujeres son protagonistas en esta producción de Atipica Films (La Peste, La isla mínima) donde Loreto Mauleón (Patria) y Cecilia Freire (Velvet) también cuentan con un peso fundamental. Les acompañan Raúl Prieto (Antidisturbios) Tristán Ulloa, Julián Villagrán y Marco Cáceres (No me gusta conducir), entre una ristra de personajes secundarios malagueños. Los seis capítulos —dirigidos por David Ulloa y Laura Alvea— están cargados de saltos en el tiempo y tienen a la violencia machista de trasfondo. Justo a la que se enfrentan todas las mujeres de una u otra forma en la serie, adaptada por Jesús Mesas y Javier Andrés Roig (Vis a Vis, Estoy vivo).
“Se pone sobre la mesa la cultura de la violación”, afirmaba este miércoles Jose Coronado. “Es importante dar visibilidad a estas cuestiones, como las agresiones sexuales o la pornografía infantil, porque responden a la crudeza de la realidad que vivimos”, insistía, seria, Milena Smit. Luego, más distendida, relataba que para su papel como obsesiva reportera de investigación había copiado el trabajo de Coronado en Periodistas. Ambos participaban esta semana en la promoción de la serie y paseaban por la alfombra roja para el estreno del primer capítulo en el cine Albéniz malagueño, “una oportunidad para ver brillar la serie en la gran pantalla”, destacaba Coronado. El autor del libro tuvo vértigo. “¿Todo eso ha salido de mi cabeza?”, se preguntaba para después recordar los días de escritura en la biblioteca de Fuengirola, donde reside.
Cada elemento del bestseller ha sido trasladado a la serie en una suerte de traducción del contexto norteamericano al español. La línea principal de la trama ha sido adaptada a un nuevo entorno lejos de la Gran Manzana y cerca del Mediterráneo. “La desaparición de una niña es una historia universal que se entiende en cualquier parte del mundo y es un acierto traerla a Málaga”, insiste Coronado. Para la decisión también pesó el origen malagueño de Javier Castillo, a quien el equipo de producción abrió la puerta a participar y escuchar sus opiniones. Entre ellas, la de reivindicar el periodismo de sucesos local que, en su opinión, está a años luz del sensacionalismo. El autor recuerda que escribía la novela cuando toda España miraba a Totalán para ver cómo un enorme operativo de 300 personas trataba de sacar al niño Julen de un pozo: “Aquello me impactó. Era todo muy atroz, morboso e innecesario”.
Castillo participó en las revisiones de guion, en las reuniones técnicas, visitó el rodaje e incluso se atrevió con un cameo. La serie pasea su trama —y algún que otro forzado acento andaluz— por una Málaga que enseña sus verdades. La de los barrios populares y la de su alta sociedad. En el barrio de El Palo se ubican la casa de la periodista y la redacción del periódico. En La Malagueta, la vivienda de un importante empresario. Más allá, el barrio de Capuchinos, el Soho, Sacaba Beach, el instituto Gaona, la playa de La Araña. “Salimos de los clichés y se ven muchas málagas”, celebra Castillo. Se verán más en otras producciones a corto plazo: Netflix filmó hace meses escenas para su serie británica Kaos. También Amazon Prime Video rodó parte de Los Farad y en compañía de Mediaset España ruedan estos días Urban. La vida es nuestra. Malaka también eligió Málaga en 2019 como su escenario principal, como Brigada Costa del Sol lo hizo con el litoral malagueño.
En búsqueda de localizaciones están DeA Planeta y The Mediapro Studio, que trabajan en la adaptación de las dos primeras novelas superventas del propio Javier Castillo: El día que se perdió la cordura y su secuela, El día que se perdió el amor. El escritor —que presenta su nueva novela, El cuco de cristal, en febrero— espera que Netflix también dé el paso para grabar una segunda temporada de La chica de nieve a partir de su continuación literaria, El juego del alma, que quiere cerrar con otra novela en la que ya trabaja. “Él ya ha escrito y nosotros hemos hecho nuestro trabajo. Ahora depende de los espectadores. Ojalá vean la serie y les guste. Sería un lujo poder seguir contando esta historia”, concluye Milena Smit. El público tendrá el veredicto.
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