La futura sede de Google contraataca con un búho – La Opinión de Málaga

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Detalle del antiguo Gobierno Militar, con el búho ahuyentador de palomas. Francisco Lucena
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Contábamos hace unos días cómo, en 1926, el gobernador militar y alcalde de Málaga, Enrique Cano Ortega, se congratulaba por el regalo a la ciudad de un número importante de palomas.
Pensaba el primer edil que con la novedad de estas gráciles aves, Málaga se situaría a la misma altura que ciudades como Sevilla, Venecia o París, que habían puesto de moda estos pájaros en parques y jardines, sin calcular las consecuencias de cagajones perpetuos en monumentos, estatuas y corbatas que traía la novedad.
Puede recordar esta inconsciente satisfacción a la que imperó en la votación del pleno municipal en tiempos del alcalde Cayetano Utrera para elevar todavía más el murallón costero de La Malagueta, en la provinciana creencia de que cuanto más altura alcanzara esta desordenada urbanización, más moderna sería la imagen de la ciudad.
Las palomas sobrevolaron el espacio aéreo de esta crónica el pasado 22 de noviembre, por la aparición, en el remozado Gobierno Militar del Paseo de la Farola, de una buena bandada de ellas, dispuestas a obrar el tiempo que hiciera falta en sus cornisas, balcones y en los alféizares de las ventanas. 
Tan aciaga novedad contrastaba con el uso que se quiere dar al edificio, futura sede de una de las mil y una divisiones de la multinacional Google. Y la verdad es que casaba bien poco la modernidad tecnológica asociada al buscador global con las deyecciones palomares.
Por este motivo, preocupados por la salud del edificio y el gasto en tintorería, avezados responsables han respondido al reto con prontitud y ya puede verse, en las cornisas del edificio, un curioso dispositivo para frenar el ‘palomerío’.
Por la apariencia física del aparato, parece tratarse de un ‘búho eólico antipalomas’, fabricado en PVC y de tamaño real, capaz de mover la cabeza 360 grados por efecto del viento, lo que sumado a una mirada que recuerda la del líder supremo de Irán, Alí Jamenei, empuja a las palomas y otro tipo de pájaros a tomar las de Villadiego. 
Si el método funcionara, sería estéticamente mucho mejor que la hilera de pinchos que puede encontrarse en algunos rincones de la Catedral, para evitar tanta caca palomar.
En el caso de que los edificios públicos se llenaran de búhos para combatir la nefasta decisión municipal de 1926, recordaría a esa historia que explicaría los cañones de pega de las alturas catedralicias de calle Cañón como el intento de espantar posibles escuadras enemigas.
Suerte con el búho (analógico) de Google.
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