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Un directivo de la desaparecida fábrica de Amoniaco Español en Málaga. Archivo E. Tornés
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Afortunadamente, durante estos últimos años y en la hora presente –hoy- Málaga vive un crecimiento industrial imparable. Casi todas las nuevas empresas están relacionadas con las nuevas tecnologías, que exigen personal especializado. Los ingenieros informáticos, los de telecomunicaciones y de otras ramas relacionadas con la física, la química, la biología, las matemáticas… son los más buscados. Basta con repasar la lista de las empresas ubicadas en el Parque Tecnológico para tener una ligera idea de lo que hoy demanda el mundo industrial.
La realidad presente me retrotrae a años pasados que, para algunos son historias olvidadas y que, para otros, no son tan lejanas. Si hago alusión, por ejemplo, a Amoniaco Español y Citesa, parte de mis lectores saben de lo que escribo; si cito TAMESE, Los Guindos, La Industria Malagueña, Minerva…, entonces para algunos es un pasado desconocido.
En la Málaga de la década de los 40, las industrias más consolidadas y con plantillas de trabajadores que llegaron incluso a sumar más de mil personas, eran, sin orden de antigüedad, la Industria Malagueña (1846), de la rama textil, que llegó a superar dos mil trabajadores de uno y otro sexo. Se hundió en la época en la que la industria textil española se centraba en Cataluña.
Años después, cuando el INI (Instituto Nacional de Industria) montó Intelhorce (Industrias Textiles Guadalhorce) con grandes miras y planes, con una plantilla inicial de más de mil trabajadores que se iban incorporando de acuerdo con los planes de expansión, el sector textil de Cataluña boicoteó todas las iniciativas, y lo que pudo ser una gran factoría, al final se vino abajo.
Hoy, Intelhorce no podría subsistir porque el poderío chino es tal que hace inviable la competencia.
Otra empresa industrial que llegó a superar el millar de trabajadores –mecánicos, fresadores, soldadores, tapiceros, pintores, caldereros, carpinteros…- fue la Sociedad Anónima VERS, fundada en 1923 y liquidada en 1975, cuya actividad se centraba en la fabricación y conservación de material ferroviario.
Cayó, como otras industrias, por razones de estrategia, competencia… Fue una gran pérdida para Málaga. Tuve ocasión de visitar la factoría que dirigía el ingeniero industrial don Rufino Valiente, hijo del fundador, don Francisco Valiente.
Qué decir de Amoniaco Español, de la que solo quedan los solares donde estuvo ubicada una de las empresas dedicadas a la fabricación de abonos nitrogenados y fertilizantes más importantes de Andalucía, con una organización modelo.
En el exterior, y bien visible, la empresa informaba de algo tan esencial como era la preservación del personal para evitar los accidentes laborales. Recuerdo el cartel que decía «134 días sin accidentes laborales». Don Luis Castellano, ingeniero-director de la factoría, era una de las personas más admiradas y queridas de Málaga por su bonhomía.
El tornero Francisco Gallego (izq.) en los talleres de la VERS con un compañero. Archivo Francisco Gallego
Stándard Electric montó en la zona de Martiricos una factoría bajo la denominación Citesa, dedicada a la fabricación de teléfonos y centralitas telefónicas. Surtía a la Telefónica, exportaba teléfonos de todos los modelos y colores a medio mundo, debió tener una plantilla de unas trescientas personas… Su montaje en Málaga, frente a donde ahora se levantan algunas torres dedicadas a viviendas, fue una decisión del ingeniero malagueño Manuel Márquez Mira, natural de Torrox, a la sazón presidente de Stándard.
¿Por qué cerró?
No tenían plantillas tan numerosas como las empresas citadas, pero el mundo bodeguero malagueño fue sufriendo lenta pero inexorablemente una muerte no esperada, porque nadie podía pensar que bodegas de la solera de Larios, Barceló, Scholtz, Mata… desaparecieran.
Larios, sucesora de Jiménez & Lamothe, acabó en manos de la francesa Pernod-Ricard, y sus instalaciones en el polígono del Guadalhorce cerraron hace unos años, pues, salvo el coñac, el resto de bebidas se elaboraban en Manzanares. Ya no existe el famoso coñac ‘1886’, aunque subsiste la ginebra Larios, ahora elaborada por otra empresa.
De las Bodegas Barceló, que surtía de vinos de la Denominación de Origen ‘Málaga’ a media América de habla española, no queda nada más que el edificio que adquirió el Colegio de Médicos de Málaga en el polígono de la ronda intermedia.
Scholtz Hermanos fue fundada en 1807, y tenía su bodega en El Perchel primero y después en la Carretera de Cádiz, con vinos ‘Málaga’ premiados y distinguidos en certámenes internacionales; de ellos solo queda el recuerdo. Don Cristián, nombre de uno de los hermanos, dio nombre a uno de sus vinos más preciados y premiados. Los últimos propietarios, los que elaboran anís Castellana en Segovia, inexplicablemente dejaron el negocio. Solamente queda la calle con el nombre del fundador, Don Cristián, sin apellido. No sé a dónde irían a parar las soleras de tan ricos productos.
Y las bodegas Mata, Krauel (fundada en 1875), Guillermo Rein, Romero, Pérez Teixeira, Carrasco & Benítez (con la fórmula original del anís de Ojén en su poder)… ya están solo en la nostalgia de los que en mayor o menor grado fuimos conocedores de su poderío… y consumidores que añoramos sus olores y sabores.
Expositor de las Bodegas Krauel. Archivo familia Krauel
De algunas de las empresas malagueñas desaparecidas queda algo, como la chimenea de Los Guindos (fundición de plomo, de la que perdura la chimenea de 106 metros de altitud), conocida también por la Torre Mónica, porque el pretendiente de una chica llamada Mónica escaló la torre hasta lo alto y puso el nombre de su amada. La fundición se inauguró en 1923 y cerró en 1979. El último director fue el ingeniero Enrique Wucherpfennig, cuyos hijos (Félix, Alfonso, Jaime…) son tan malagueños como la calle Larios.
De las fábricas Santa Inés (ladrillos), Salyt (también ladrillos) ubicada donde ahora se va a instalar un centro comercial… y de otras, solo queda el recuerdo porque sus nombres casi se han perdido. Porque ¿quién se acuerda de TAMESE, TAILLEFER, Talleres Guzmán, Minerva (aceite de oliva y jabones), García Agua (salchichón de Málaga, que desapareció y afortunadamente en 2015 volvió a producirse), Punto Industrial (confecciones en Alhaurín de la Torre), Ros (también en Alhaurín, revelado de fotos), Ojeda (hierros)…
Menos mal que la desindustrialización de Málaga pertenece al pasado y ahora vivimos en una nueva etapa que ya está dando sus frutos, y que, como son presente, ya no tienen cabida en las Memorias de Málaga.
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