El crimen ocurrido la mañana de este viernes 27 de enero en una finca de aguacates de Vélez-Málaga tendría como trasfondo un conflicto laboral. La investigación de la Policía Nacional apunta a que un jornalero mató de un disparo de escopeta a su jefe y poco después, aunque a varios kilómetros de distancia, se quitó la vida con el mismo arma.
Pasaban unos minutos de las nueve de la mañana cuando la víctima, un hombre de nacionalidad española y de 47 años se encontró con el jornalero en un carril interior del Camino de Remanente, muy cerca del casco urbano y a escasos 100 metros del cauce ahora seco del río Vélez. En ese lugar, sin testigos presenciales y únicamente rodeados por fincas de aguacates, se produjo el crimen.
El dueño de una parcela del Camino de Remanente fue quien localizó el cadáver del hombre. Al ver inmóvil a la víctima, a la que conocía perfectamente porque todos trabajan en la zona, avisó al propietario de la finca contigua. Ambos comprobaron que estaba muerto y avisaron a los servicios de emergencias. Los sanitarios no pudieron hacer nada por su vida, así que la policía se hizo cargo del caso.
Los agentes, que acordonaron la zona para preservar pruebas, localizaron junto al cuerpo un cartucho de escopeta. Ante la evidencia de que la víctima había sido asesinada de un disparo en la cabeza, alertaron inmediatamente a la comisión judicial para que el médico forense procediera al levantamiento del cadáver.
Junto al cuerpo sin vida del hombre estaba su vehículo, un todoterreno tipo ranchera de color azul en que se encontraba su perro, Kimbo, que es de una raza considerada peligrosa. De hecho, la policía tuvo que avisar al ayuntamiento para que enviara a algún operario que pudiera sacar al animal del coche y entregárselo a los familiares, que se encontraban en la zona, visiblemente afectados.
El fallecido ejercía como encargado de las fincas de aguacates de su suegro, que pertenece a una familia muy conocida en el sector hortofrutícola veleño. Al parecer, un par de días antes había mantenido una fuerte discusión con uno de los jornaleros que trabajan para ellos -un hombre de 52 años, también veleño-, hasta el punto de que la víspera del crimen llegó a pedir a su hijo que lo acompañara por temor a encontrarse con él, según relataron las fuentes consultadas.
El círculo terminó de cerrarse cuando, casi de forma paralela, se localizó el cadáver del jornalero con el que la víctima tenía un conflicto laboral. Lo encontraron en otra finca situada a unos seis kilómetros de distancia del primer escenario. Estaba sentado en un banco de madera, con la escopeta entre las piernas. Al lado había otro cartucho del mismo calibre que el que habían intervenido en el carril del Camino de Remanente.
Para los investigadores, los dos escenarios encajan a la perfección y perfilan lo que, al menos indiciariamente, habría sucedido esta mañana en Vélez. Todo hace indicar que el jornalero, al encontrarse con su jefe, volvió a discutir con él, pero esta vez habría echado mano de una escopeta y le habría disparado. Tras matarlo, el hombre cogió su coche y se desplazó a otra finca cercana donde, con el mismo arma, se habría quitado la vida.