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La parroquia de Santiago, en calle Granada, acogerá este miércoles 9 de agosto un concierto de “Motetes y antífonas de Tomás Luis de Victoria” a cargo de la Camerata Victoria
El concierto comenzará a las 21 horas y la entrada es libre.
La Camerata Victoria está compuesta por vocalistas de distintas agrupaciones malagueñas como el Orfeón Universitario, la Coral Del Corpus Christi, Carmina Nova o Arsis Ensemble, entre otras.
Según sus biógrafos, «Tomás Luis de Victoria fue uno de los más grandes músicos del Renacimiento y posiblemente el mejor compositor español de todos los tiempos, llegando a gozar de reconocimiento mundial tanto en su época como en la actualidad. Nació en Ávila y, muy joven aún, fue enviado a completar sus estudios a Roma, donde tomó contacto con compositores como Palestrina y ocupó el puesto de maestro de capilla en diferentes iglesias. Se ordenó sacerdote y convivió con San Felipe Neri en su famoso “oratorio”. A pesar de su fama, a su vuelta a España prefirió dedicarse a una vida contemplativa y así ocupó un modesto puesto de organista en el convento de las Descalzas Reales de Madrid, donde permaneció hasta su muerte. Como compositor supo llevar a lo más alto la estética del Renacimiento. Sus obras, exclusivamente religiosas, son de una expresividad conmovedora».
«El motete (del francés motet, y éste de mot ‘palabra’) es un canto polifónico a capella, en estilo contrapuntístico y de texto comúnmente bíblico. Toda la composición gira en torno al texto. Cada frase se toma por separado y recibe un tratamiento musical independiente. Los recursos musicales empleados están llenos de simbolismo y en ocasiones sirven para amplificar el significado del texto. Los motetes que presentamos en este concierto fueron publicados en 1572, poco después de la llegada de Tomás Luis de Victoria a Roma. Todas estas obras, que gozaron de gran popularidad en su época, se editaron al menos cinco veces y en diferentes países europeos».
Las antífonas marianas, por su parte, «son cuatro cantos de alabanza a la Virgen que se cantaban, según la época del año, al final de algunos oficios de la Liturgia de las Horas. Musicalmente son semejantes a los motetes, pero de mayor extensión y de carácter más festivo y alegre, casi madrigalesco. Se componían siempre a más de cuatro voces para resaltar su solemnidad».
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