Las cuentas del MálagaCF

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El 17 de mayo de 2017 se cumplieron 25 años de la fecha más triste para el malaguismo, la que lo condenaba a la Segunda División B y poco después a la desaparición. Tras 51 años de historia, El C.D. Málaga, fruto de malas gestiones directivas acumuladas en el tiempo, y ante la obligatoriedad de su conversión en Sociedad Anónima Deportiva, no pudo lidiar con una situación que le abocaba al desastre.

Días más tarde, concretamente el 31 de mayo del citado año, Canal Sur Televisión, en el programa Los Reporteros, emitió un reportaje en el que avisaba del serio peligro de desaparición que corría el CD. Málaga, dada la deuda generada que superaba los 2.000 millones de pesetas. Tras una calamitosa temporada en Segunda División A, certificó el descenso de categoría con una derrota en casa ante el Compostela por 0-1.

En dicho programa, D. Manuel Castillo, por entonces Jefe de Deportes del diario SUR, señalaba lo siguiente, de forma textual: “todos los presidentes y todas las juntas directivas tenían el respiro de que ya vendrá el que otro lo hará, es decir, los presidentes se iban con cierta tranquilidad porque sabían que lo que ellos no pagaran, habrían de pagarlo los demás, si es que lo pagaban”.

Esta ha sido la realidad del Málaga CFC.D. Málaga hasta 1992– a lo largo de toda su historia, directivas que hacían y deshacían a su antojo, sabedoras de que nunca iban a pagar la deuda que su gestión generaba, porque se la endosarían a la directiva que viniese después. Ahora, eso sí, si les encartaba traspasar a algún futbolista de relumbrón, del dinero ingresado nunca se supo.

La economía de los clubes de fútbol siempre fue algo muy oscuro. Como hay un componente de empresa privada, ningún ente público o estatal puede entrar a saco a fiscalizarlas. Las directivas del Málaga –sobre todo las que hemos tenido desde el año 1997- han hecho buen negocio con nuestro club,  jugando con los sentimiento de miles de malaguistas. Muchos beneficios por todos los conceptos –traspasos millonarios, televisiones, abonados, publicidad, etc.-; y sin embargo, una deuda desbocada que nunca ha dejado de crecer. No hace falta ser muy entendido para advertir que rara vez dichos ingresos -sobre todo los provenientes de las ventas de futbolistas-  se han utilizado para sanearla. 

Mucho se está hablando en estos días sobre la cuentas del Málaga. Salen entendidos por todos sitios- curiosamente algunos externos, que no viven el día a día del club-;  y casi todos señalan que el Málaga está llevando muy bien las cuentas, que sus números se ajustan a lo demandado por la Liga de fútbol profesional, para quien el Málaga dejó de ser un club molesto en el mismo instante que su propietario decidió dejar de invertir en él, por las razones que fuese.

Para los que no entendemos tanto de economía nos queda la pura observación y la experiencia de los que en el pasado han vivido las mismas circunstancias que las actuales. Los que entienden dicen que en estos momentos la deuda del Málaga es perfectamente asumible, que el saneamiento económico experimentado en los últimos años ha sido considerable. En definitiva, que nos podemos convertir en el club más saneado del fútbol español, pero en Segunda División. Por lo visto, para que el Málaga sanee sus cuentas siempre tiene que descender de categoría, lo cual denota una mala gestión empresarial y deportiva, porque hay clubes que, con las cuentas saneadas o con una deuda asumible, saben mantenerse entre los mejores de Primera. ¿Cómo harán otros y cómo hemos hecho nosotros, históricamente, para que nos haya ido tan mal? Como ven, no hace falta ser economista para darse cuenta de ciertas anomalías en la gestión de aquellos que no se comportan como verdaderos empresarios, sino como especuladores del fútbol, como también sucede en el mundo de los intermediarios de futbolistas. Los buenos empresarios del fútbol –hemos de reconocer que no abundan- son los que invierten, mantienen a sus equipos arriba en la tabla y encima mantienen la economía del club bajo control. Lo que no parece de recibo es que algunos directivos se quieran poner un sueldo astronómico cuando no se dan ninguna de las circunstancias citadas. Esos sueldos sólo tienen justificación cuando un club triunfa, tanto a nivel deportivo como económico.

Es por todo lo citado, que siempre he sido escéptico en lo referente a las cuentas de los clubes. Fundamentalmente porque es muy difícil distinguir claramente la línea divisoria que separa lo que es la tesorería de un club –las famosas arcas que normalmente tienen  telas de araña- de lo que es el “bolsillo” de los propietarios. Un club estará más o menos saneado dependiendo de la solvencia económica que tenga su propietario y de la política que quiera llevar a cabo. Todo va a depender de cómo articule su política de ingresos y gastos dependiendo de traspasos de futbolistas, adquisición de los mismos, ingresos por televisión, abonados, etc. Si un presidente desea invertir avalando con su patrimonio puede hacerlo, como también puede embolsarse el dinero de los traspasos sin tener que justificar apenas nada cuando eres propietario de más del 90% de las acciones, por muchas juntas de accionistas que se celebren.

Si este año se produjera un descalabro deportivo y económico –ojalá que no- no faltarán los que echen la culpa del mismo a los dos primeros años de dispendio económico del jeque al frente del Málaga. Dirán que el Málaga quiso volar muy alto, de ahí el batacazo; pero no estoy de acuerdo. El batacazo no fue inmediato, ha sido consecuencia de una mala política mantenida durante tres años. D. Manuel Pellegrini, ingeniero él, no profesor de economía,  dijo el 31 de agosto de 2012 en rueda de prensa lo siguiente: la mejor manera de generar dinero es teniendo una plantilla competitiva en el campo y la peor es vender a los mejores jugadores. Pues en esta frase suya se resume lo que ha sido la política del Málaga en los últimos años. De ahí la ruina deportiva que tenemos encima, y ya veremos si económica. Antecedentes hay. 

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