La carta a Basta Ya que no te dejará indiferente

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Desde la plataforma reivindicativa por la calidad de la sanidad pública y de profesionales de la medicina Basta ya, nos hacen llegar esta carta, enviada por una paciente cualquiera, en la que se pone en juicio de valor la realidad de la sanidad malagueña y, por extensión, la andaluza. En ella, se analiza el día a día de los profesionales que nos atienden, a ti, a mi y a todos, día a día en los centros sanitarios y que, aunque no lo parezcan, están trabajando bajo una condiciones laborales precarias que llegan a la ilegalidad: presiones, acosos, cupos excesivos de pacientes, poco tiempo para atenderlos… y, lo que es peor, la incomprensión y desconocimiento de nosotros (generalizando), los usuarios de la sanidad pública tan diezmada en estos años atrás. Vamos con ella:

Suelo leer dos periódicos al día (deformación profesional), pero tuve que enterarme de que los profesionales de la salud hacían huelga en un centro de salud. Acudí a la pediatra de mi hija hace un par de días. Justo antes de entrar en su consulta, la vi salir apresurada. Al parecer, un médico había pulsado el botón de alarma por agresión y los compañeros salían de sus consultas por si tenían que ponerse en modo segurata. Al final era una falsa alarma. Lo de ser médico se está poniendo hasta peligroso.

Son las 9.15 horas. La madre que va detrás de mí en el turno aprovecha que la doctora ha salido para decirle que le tiene que atender antes de las nueve y media porque, si no, no podrá dejar a su hijo en la guardería. La miro y pienso que para mí es inconcebible exigirle a un médico esa chuminada. Creo que la gente está mal educada y mal acostumbrada.

Es mi turno. La doctora siempre nos atiende con una amabilidad exquisita a pesar de la cola que existe tras su puerta. Ni siquiera me siento por que no quiero robarle más tiempo del necesario. Me cuenta que están de huelga. En pediatría les dan cinco minutos para atender a cada paciente. En atención primaria, tres minutos. Brutal. A pesar de ello, atiende a mi hija durante todo el tiempo que ella considera necesario. Y con una sonrisa.

A menudo, cuando acudo a su consulta, veo cómo alguien llama a su ventana. Dos golpecitos, toc, toc. Es su marido, está jubilado y le lleva el desayuno. Se lo entrega a través del ventanal, un café y quizás algo más. Como si estuviera en una cárcel. No sale a desayunar para poder atender más tiempo a sus pacientes. Nadie se lo agradece, la gente exige y exige envuelta en su halo despótico y en su falta de formación e información.

Pienso que tenemos la mejor sanidad del mundo, pero es a costa de sus profesionales. Grandes personas. Pienso en médicos de nivelazo como África Pertierra Cortada o María Elena Muñoz. Profesionales que te explican todas las dudas habidas y por haber, agotando su tiempo para atenderte de la mejor forma posible. Te atienden por mail, teléfono y videoconferencia. Jóvenes promesas como Silvia Nuevo Casals que se comprometen hasta el extremo y que iluminan los pasillos de los hospitales. Y me siento orgullosa. Orgullosa y triste. Triste porque el Estado y los diferentes gobiernos están dejando de lado a la sanidad. La sanidad oiga, que es LO MÁS IMPORTANTE QUE HAY EN LA VIDA.

Pero el problema no es sólo el Gobierno que explota al médico hasta la extenuación, el problema también eres tú. Sí, tú. Tú que intentas colarte en el médico, que le exiges lo imposible, que menosprecias su trabajo, que no das las gracias, que crees que te lo mereces todo, que amenazas e insultas, que despotricas del sistema pero intentas beneficiarte del cualquier resquicio de nepotismo y sobre todo es culpa tuya que no valoras lo que tienes porque es gratuito. Cuando empieces a valorarlo quizás ya no exista.

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