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No ha podido ser. El Málaga CF no ha podido brindar una victoria al joven Pablo Ráez recientemente fallecido. La Rosaleda deseaba mirar al Cielo y dedicarle el triunfo, pero tendrá que ser en otra ocasión. Sin embargo, sí ha resultado emotivo el minuto de silencio que el club, con buen criterio, ha dedicado a su memoria.
Si perder en casa siempre es motivo de decepción, hacerlo ante el Betis entristece mucho más, por aquello de la rivalidad regional. Hoy el Málaga ha jugado su peor partido en la Rosaleda en lo que llevamos de temporada, y lo ha hecho ante un equipo de su liga que lo ha rebasado en la tabla.
Es difícil presenciar desde el minuto uno tal cúmulo de despropósitos sobre el terreno de juego. El Málaga no se ha sentido cómodo en ningún momento y ha sido doblegado por el Real Betis Balompié en algunas fases del partido, sobre todo en el segundo tiempo, tras la entrada al campo de Dani Ceballos, que ha se ha hecho dueño de la zona ancha los minutos necesarios como para conseguir la remontada. ¿Qué podía hacer Marcelo Romero para frenar al futbolista bético? Más bien nada. Porque no tiene a nadie para hacerlo, porque las lesiones se han cebado con este equipo este año como nunca en su historia. Ni Recio ni Kuzmanovic están disponibles para darle oxígeno a Camacho -que andaba con un proceso vírico- ni a José Rodriguez, que tampoco anda sobrado de partidos ni de ritmo.
En el primer tiempo se sucedían los fallos en los marcajes -sobre todo en las bandas-, imprecisiones en los pases, fallos de concentración y de colocación. El Málaga ha llegado al segundo tiempo más cansado que el Betis porque ha corrido más tiempo detrás del balón. Ningún futbolista del Málaga lograba el aprobado en los primeros 45 minutos. En todo caso, al único que se le veía más enchufado en el partido era a Pablo Fornals, a pesar de algunos pases imprecisos. Hasta Demichelis ha tenido un partido desastroso, empañando así sus buenas actuaciones en partidos anteriores.
En el segundo tiempo el Málaga ha empezado a jugar bien al fútbol cuando su entrenador ha conseguido sacudirse el miedo del cuerpo y ha arriesgado con Jony, Ontiveros y En-Nesyri. No quedaba otra. Y al final hemos tenido la sensación de que nos han faltado minutos para por lo menos, empatar. Ha tardado Marcelo Romero en reaccionar desde el banquillo. El jugador marroquí debe gozar de más minutos. Representa el tipo de delantero que se quedó esperando Juande Ramos.
Las cifras del Málaga en los últimos nueve partidos son de descenso de categoría. Conseguir cinco puntos de veintisiete posibles le cuesta el cargo a cualquier entrenador de España. ¿Y por qué a Gato Romero no? Pues porque parte de la afición entiende que quizás no sea el absoluto responsable de lo que está sucediendo. En cualquier caso, Marcelo Romero vincula su futuro a lo que el Málaga pueda hacer en los próximos dos o tres partidos. Más bien podríamos decir que hipoteca su futuro a los goles que pueda meter Sandro una vez recuperado y se reintegre en el equipo. Por lo que ha quedado demostrado, es el único futbolista que marca diferencias por su calidad en esta plantilla.
La preocupante situación del Málaga a estas alturas de la liga obedece a un cúmulo de despropósitos e infortunios. En primer lugar a errores graves de planificación de plantilla en la época estival. Futbolistas que no han rendido lo que en teoría se podría esperar de ellos, en ese grupo podríamos incluir a Llorente, Koné y Jony. Otros que empiezan a rendir pero que que han permanecido seis meses en el dique seco por lesión, como es el caso de Keko. Lesionados y más lesionados. Este ha sido el sino del Málaga esta temporada, a lo que debemos sumar errores en los fichajes en puestos clave – eje de la defensa-, el bajo rendimiento de otros futbolistas que se suponía iban a rendir mejor -caso de Juanpi o el propio Camacho-.
Muchos aficionados firmábamos el final de esta temporada ya, pero todavía queda mucho. Necesitamos encadenar dos victorias seguidas. De lo contrario, nos abonaremos al sufrimiento hasta el final. Quién lo iba a decir en agosto.
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