Dolorosa derrota del Málaga CF ante el Deportivo de La Coruña en la jornada 32 de la Liga Santander. Un 2-0 que vuelve a echar por tierra la notable mejoría experimentada por el equipo en las últimas jornadas de liga. A la conclusión del partido, Pablo Fornals ha realizado unas declaraciones en televisión en las que aseguraba que “como aficionado no hubiera visto la primera parte”. Y no puedo estar más en desacuerdo. Lo verdaderamente horrendo del partido ha sido la segunda mitad, no la primera. El Málaga del primer tiempo se ha asemejado bastante al que nos ha hecho disfrutar ante Sporting de Gijón y FC Barcelona; el de la segunda mitad ha sido un calco al que nos ha hecho sufrir durante toda la temporada.

Al Málaga de los primeros 45 minutos sólo le ha faltado lo que lleva faltándole toda la temporada, un delantero de verdadero prestigio que acompañe a Sandro y que sea la pesadilla de cualquier portero, amén de la eterna necesidad de un hombre en el centro del campo que sea capaz de manejar el balón con criterio, una vez que la defensa lo saca de la zona de peligro. Pero por lo demás, hemos visto en el primer tiempo aspectos que no se habían visto durante toda la liga, un equipo serio en defensa, sabiendo sacar el balón jugado, a pesar de la presión de los delanteros coruñeses.

Un primer tiempo que culmina en empate a cero goles no se puede considerar bueno, pero sí lo suficiente como para corroborar la mejoría del Málaga en labores defensivas, bien colocado y buscando los apoyos constantes entre compañeros. Míchel lleva varias jornadas intentando conseguir que el equipo tenga la cabeza fría y la tranquilidad necesaria como para jugar sin presión, buscando el toque de balón que oxigene a los compañeros cuando el contrario presiona, y desde luego que lo está consiguiendo. Quizás el error del técnico madrileño en la mañana de hoy haya consistido en querer jugarle al Deportivo de la Coruña como lo hizo ante el Barcelona, y en este caso se hacen innecesarios tantos futbolistas de carácter defensivo. Una defensa de cinco parece excesiva para jugar en Riazor. Amontonar a Llorente, Villanueva, Luis Hernández, Camacho y Recio en tareas defensivas reduce la capacidad del equipo en ataque y en labor creativa.

Por otro lado, si Keko fue un futbolista determinante en Gijón,  parece arriesgado dejarlo en el banquillo cuando puede ser el bisturí que Sandro necesita en banda para que le aporte asistencias. También sigue sin quedar clara la función de Pablo Fornals sobre el terreno de juego, así como las prestaciones de Chory Castro, para el que 60 minutos de fútbol se antojan demasiados.

En la segunda mitad se ha visto de nuevo la peor cara de este Málaga. La versión de Juande Ramos cuando jugaba fuera de casa y la de Marcelo Romero tanto en La Rosaleda como fuera de ella. El de los errores defensivos en el eje de la zaga, porque a la mejoría de Llorente en los últimos encuentros,  hemos de restar la falta de contundencia defensiva mostrada en el día de hoy por Luis Hernández y Mikel Villanueva.

Míchel se ha mostrado muy enojado con sus pupilos en rueda de prensa. Ha intuido falta de intensidad de los jugadores ante el Deportivo de la Coruña. Tiene razón el técnico para quejarse del rendimiento del equipo en el segundo tiempo, pero no tanto en el primero. Queda claro la falta de equilibrio en la configuración de la plantilla. La existencia de futbolistas que pueden ser válidos para la categoría y de otros muchos que no lo son. Durante toda la temporada hemos seguido a un equipo muy mermado en su capacidad ofensiva y ciertamente endeble en la parcela defensiva. Míchel tendrá mando en plaza para la configuración de la plantilla de la próxima temporada, y mucho mérito tendrán que hacer algunos en los pocos partidos que restan para convencer al técnico. No todos están capacitados para vestir la camiseta del Málaga en Primera División ni mucho menos si alguna vez pretendemos aspirar a algo más que no sea la permanencia.

 

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