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Soy Antonio Nadal Sánchez, catedrático de la Universidad de Málaga, escritor, preso político durante el franquismo y experto en la Guerra Civil española en Málaga y dedico a los Paniaguados que escriben para El Poder, los Subvencionados del Truquillo y a los millones de “especialistas” de la memoria lo que yo he documentado de la Historia de la “Memoria Histórica”
También son de nuestra generación, de la izquierda, Ciudadanos de Cataluña, plataforma a la que pertenece Boadella, junto a Arcadi Espada, Francesc de Carreras y otros ciudadanos de Cataluña. Instalados en la decepción, empujados por una profunda y antigua llamada, la del deber, pugnan por lo evidente, el más obvio de los imposibles: ser libres en el degüello estúpido del nacionalismo.
Somos, aquellos que oscilamos entre los 50-60 años, la última promoción de posguerra por familia con memoria y más bien sin ella. La primera surgida, en proporciones demográficas significativas, de las clases medias franquistas, la primera que de manera directa nos opusimos al régimen, sin llegar a la frontalidad, unas cortas generaciones-promociones, que fueron barridas por la profesionalidad política, unos inadaptados a la revolución de las medianías. El mamut frente al hombre. En parte, todo ello, nos reservó una notable dosis de superioridad intelectual y moral. Sirvió, cuánto menos, para sobrevivir cuando se derrumbaron los muros construidos por la ingenuidad y se elevó el gran proceso de occidente: la democracia, y nosotros seguíamos creyendo en la “excepcionalidad” de España.
Renunciamos, después, también a la superioridad, creación emergente de la tristeza, por errónea. Era, sin embargo, una sensación íntima, sin destino o alusiva. Un pilar, un sostenimiento ante lo ingrato. Sorprendente por desconocido. En el torbellino siguiente, en plena borrasca también nos fue arrebatada. En los pendones de la paz, tras la guerra, fueron calcados en letras espurias por los falsarios. La posguerra fue, como es de prever, intensa e implacable. Pública por los publícanos. Rechazable por los originarios de aquel perdido, turbado, lugar y tiempo.
Ciertamente, en 1968 el proceso histórico se elevó, como en todo Occidente, y generó niveles de creación desconocidos y amplios. Fueron tiempos de intensa creación. Unos murieron, otros nos mataron y el resto pervive en la nostalgia. Pero el espectro fue poderoso. Nadie creció o apenas después y diseñamos, y así está, el futuro sin que haya sido desmontado. Solo una parte de los autores pasamos la frontera, costosamente, saliendo del dogma como una liberación. No despuntó la hierba y los que izaron la bandera ajena, los prototipos imitativos, están dispuestos a enarbolar la verdad sin mácula hasta la muerte. No sé porque los impostores reclaman honores donde vive el poder, el dinero. Es insoportable. Como el Gran Imperio Británico, en esta ocasión en nombre de la idea y el bolsillo, transforman la mentira en política de estado autonómico. Pasaron los días y años y no se enhebraron más que deformaciones de aquella romántica coyuntura, que hoy se editan como recopilaciones.
¡Me hacen gracia esos blancos¡ decían los Lacotas. También a mí. Heredamos a nuestros profesores, nos saltamos varias generaciones, somos, todos aquellos que decimos ser, catedráticos. Al final la vida académica nos fue favorable. De las afectaciones espirituales, declinó el juicio. Los sustitutos aterrorizan a las masas conservadoras, desprecian a la clerecía, fustigan al franquismo, visionado, apenas, un video de la transición y no han renunciado, sino enaltecido, los vicios burgueses. Como no hay prototipos, quizás solo los primitivos miembros del PCE, albergados en las covachas secundarias del PSOE. Quien más recuerda, en un afán universalista, aquéllas melodías es Fischer, ex Ministro de AA.EE. alemán. No puedo decir que no sea envidiable. Como Villepin pero más bajo. Enormes figuras. Barrido el primero, cerrado el ciclo de los fantasmas franceses. Se acabó París. Sobre la eternidad superior de la historia. Ni dada ni náusea. Nada. El fracaso generacional de los héroes del 68: funcionarios de de UE. Ni agua, ni playas, ni lo imposible, ni adoquines. La vieja aristocracia, repintada como máscara vieja, con carmín rojo y violeta, deambulando, prisionera de nuestra propia incapacidad. Rectificar es de derechas, neocons. ¿No habían leído a Lenin y sus revoluciones en el lado más débil de la cadena? pues ahí tienen las periferias, los partidarios de la historia inmóvil. Los barrios ateridos y sublevados ante sus creadores. Sed realistas, pedid lo imposible.
¿No han transmitido esa consigna a sus jóvenes franceses? Claro que ellos no sueñan. ¿Qué argumento es ese? Se acabó el progreso de la posguerra, la revuelta estúpida de los que nada se jugaban. Años para enmarcar. Se acabó. ¿Qué intelectuales nos envían? ¿Cuántas ideas, al margen del odio americano? Por el camino que conduce al Aeropuerto Charles de Gaulle, se puede cualquiera avergonzar de las revueltas de charol, tal y como fuimos y aquellos maravillosos años. André Glucksmann se pregunta sobre la capacidad de atentar contra la base cultural de occidente, sobre el terrorismo bendecido. Claro que este tipo es un reaccionario. En los guetos no está el Che, ni Mao, ni Villepin, el pacifista mundial. Si esta no sirve, si la sociedad no ofrece alternativas. Es fácil, construyamos otra. El Islam es la guía. Occidente se arrodilla ante el nuevo canon de la revolución. También en París. Más en París.
¿Podremos defendernos de quienes nos defienden el pasado, nuestro pasado, mi pasado? ¿Existirá tan monstruosa versión dogmática? ¿Deberemos enloquecer para apostillar las tendencias del materialismo posmoderno? ¿Instalarnos en el trauma, en el dolor pasado, en las experiencias vívidas, por la sola razón de la reivindicación conservadora del post traumatismo? ¿Como el doctor López Ibor y sus enfermedades marxistas estamos obligados, en nombre del mismo marxismo, desde la vía opuesta, a reconvertidnos en enfermos antimarxistas? ¿es una degeneración psiquiátrica el anticomunismo?
Manuel Cruz nos solicita que habrá que defenderse del pasado. Un largo exordio, el libro de un exorcista, que emerge con sólida descalificación, prometiendo tendencias, aperturas, y así recorre Las malas pasadas del pasado, amaga y amaga, y en momentos de debilidad personal, descalifica. Un buen trabajo para un mal instante irreflexivo:
- Sin embargo, del temprano “nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”, de Pablo Neruda… podemos encontrar todo un abanico de decepciones y desfallecimientos que, curiosamente, parece cumplir siempre la misma función, a saber, aliviar (cuando no justificar) alguna mala conciencia, a base de transferir al causante del desfallecimiento o de la decepción la responsabilidad por la propia mudanza.
- Escribo y contesto: me gusta que rompas la tendencia progresista de la casuística social como emprendedor motivo de las desviaciones intelectuales o morales. Al fin el responsable último es el individuo, solo, desfallecido, irresponsable, quien, alivia y justifica la incalificable mudanza.
- Choca tanta coincidencia… quienes se hicieron cargo de la totalidad de su propia vida como un proceso, pueden reconsiderar antiguas posiciones… sin por ello sufrir las espectaculares caídas del caballo, tan características de quienes prefirieron la adhesión a la interiorización.
- ¿Hablamos de la perversión del cambio histórico? ¿de la desestructuración de conciencias? De la endeblez intelectual de Pablo, de la metafísica religiosa, de quienes formábamos bandas de jóvenes adheridos, como al Caudillo, pero al revés? De aquellos que nada interiorizamos, pelotones de torpes que, con los libros de Ciencia Nueva, a modo de Libro Rojo (que también) recorrimos el pasado con el superficial ropaje de la izquierda, dejando el espíritu en el hostal de los placeres?
- Es comprensible que estos últimos, acogidos a tan frágil y exterior vínculo, en cuanto sufren el primer contratiempo… se apresuren a desprenderse de los viejos esquemas. Justo lo contrario de lo que declaraba el viejo luchador (el viejo Sandro Pertini) hemos de aprender a luchar incluso cuando no nos queda ninguna esperanza.
- ¿El primer contratiempo, dice? ¿Qué sabe de los golpes que se infligen en las vidas ajenas? ¿Qué atrevimiento es éste? ¿Es científicamente inaceptable desprenderse de antiguas o superadas concepciones o representaciones? Cuántos científicos, amigos o no, son admirables, luchadores, invencibles: ¡Hablan igual que hace treinta años! ¡Defienden similares planteamientos! El viejo Sandro Pertini asistió a la mayor operación de corrupción política que ha vivido la historia política de Europa. ¿Luchar por lo mismo, que como ejemplo nos somete el autor, es decir, Craxi, la tangente, la persecución de la justicia?
- Ofrece un escaso interés teórico dedicarse a denunciar la existencia de arribistas en materia de ideas… sólo se desencantan de un determinado tipo de ideales y valores, nunca de otros.
- Menos mal que se perfila la nueva tramitación de la memoria histórica, exigiendo pensiones a las víctimas del antifranquismo ¿tiene precio la lealtad de tu atribulada pero comprometida vida?
José García Domínguez ha escrito:
Ya que es de justicia que se resarza pecuniariamente a aquellos que entonces eran demasiado jóvenes como para conocer, por ejemplo, que Vicens Vives, el muñidor intelectual de la identidad nacional de la tribu, tenía publicadas frases como ésta: “El Generalísimo Franco ha vencido a todas las satánicas fuerzas de la revolución”.Porque si los cuatro imberbes de las Juventudes Comunistas supiéramos que el camarada-jefe de nuestro partido, Rafael Ribó, se tuteaba con su medio pariente y amigo, el ministro de Gobernación Tomás Garicano Goñi, ¿crees, que igual habríamos hecho el indio, corriendo por las Ramblas? Y constándonos ya que Pasqual Maragall ejercía de mano derecha del hombre del dictador en Barcelona, Porcioles. Y qué decir del resto de la tropa. De franquistas hasta la médula, como el gracioso de Fabián Estapé, o como Manuel Sacristán, o como la familia Espriu en pleno, o como toda CiU, o como…
¿Se refieren los héroes de la coherencia, los jinetes sin desmayo a estos viejos luchadores o citamos muchos mas?
Péter Esterházy, ante la agónica limitación intelectual y utilización política de la memoria colectiva en Europa, tras recibir, en carne propia, las duras sorpresas de la memoria privada y pública, ha debido rectificar sus propias concepciones. Mirar a los intelectuales del antiguo mundo comunista es fuente de enorme riqueza.
En cada parte de Europa hay niveles de olvidos y recuerdos. El recuerdo después de 1945 tiene algo de escandaloso porque está lleno de mentiras y autoengaño. Está muy relacionado con la historia de los países del Este a partir de 1990 y la caída de los regímenes comunistas: aquello fue la gran estampida de los cómplices. Pero también en la Europa del Oeste han ido apareciendo hiatos dentro de la historia. Es decir, no todos se comportaron de la manera heroica que nos dijeron, algo que no nos puede llevar a la tranquilidad: nuestra visión del pasado y el recuerdo están en constante cambio. Eso le pasa al novelista y lo puede usar constructivamente: puede utilizar su propia cobardía en positivo.
Desprendido de cualquier previo compromiso, aliado a las fuentes que rompen lo previsto, es posible acercarse a lo que Nora llamaba egohistoria. Me sacuden incisivas palabras, mi oficio de historiador me abruma, produciéndome una ruptura interna ¿mi tiempo coincide con el tiempo histórico o académico? El gran drama de la conciencia intelectual, y una entrega obsesiva a la verdad crítica, sin piedad, me altera. Mis inevitables, nuevos, perfiles ideológicos, el perfil ideológico, que se confronta y rompe violentamente, en un trabajo que describe un pasado contado con las visiones que recuerdo, duras, y el presente que va anulando aquellas banderas, con fiereza, desacreditadas o usurpadas? Cómo ser aquél y este que rompe y rasga una etapa, ya larga, de la historia? ¿Puedo interrogarme sobre la licitud, de mis cambios operados?
Me inclino hacia una Historia comprometida con la libertad, descreída y agresiva. Como Ruiz-Domènec, me obligó a recapacitar, con el antidogmático Veyne, con Stone en su polémica con Hobsbawn, con el camino herético de los Le Roy-Ladurie, Duby o Zemon Dables.
Desde luego, declaro mi orientación hacia trabajo que otorga prioridad al factor humano y la historia narrativa. Creo que puede entenderse lo que escribo, más la proximidad a Elisabetz Kostova u otros mecanismos actuales, están cercados o cercenados por las fuentes, que me atan a la tierra como raíces.
Creo que por primera vez en nuestra historia de España, puede ofrecerse un estudio pormenorizado de los mecanismos políticos, jurídicos, policiales del Régimen. Un proceso del Tribunal de Orden Público. Desde la detención hasta la cárcel, desde la salida de la cárcel a la entrada en otra cárcel, el ejército. Un quinquenio que arranca del 68, español no francés, hasta la muerte de Carrero. Partes de un todo, cortes históricos, que se difuminan en los ámbitos menores de ciudades medias, biografías de lo cotidiano, dolor y sufrimiento. Apenas nada del terrible acontecer del mayor infortunio. Vivimos y eso es todo.
Y si el destino quisiese que lo que escribo viese la luz, o alguna reseña en periódicos al margen, estoy preparado. Solo los milagros del dios del infortunio, impidieron,-en una terrible agresión de los Guerrilleros de Cristo Rey con Mariano Sánchez Covisa al frente-, que se empaquetase mi cuerpo delgado al Cementerio. De nuevo estoy preparado. Solo la pérdida de los sentidos inútiles del heroísmo del todo a cien, modifican las decisiones. Si fuese a Cataluña los Guerrilleros del Nacionalismo y el Socialismo, mostrarían los fundamentos renovados de sus ancestros, los de Cristo Rey. Aquí, más al Sur, sin tenerlas todas conmigo y menos con ustedes, lectores, aguardo impávido y satisfecho, las recientemente iniciadas galeradas de insultos, ciertas manifestaciones que siendo públicas, alcanzarán grados de moderación. Cualquier día, en la esquina difuminada de tu vida, aguarda una sorpresa. Por eso has vivido. Has dirigido, pese a que ni tú mismo lo entiendas, y eres responsable de tantas cosas….No te extrañes. Tu nombre, nuestros apellidos con sello de pasado, corre por los inciertos caminos del espacio.
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