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Nadie daba un céntimo a falta de poco más de 10 minutos, pero el Málaga puso coraje y corazón, tal como reza en su himno y remontó un partido totalmente perdido
Hay veces que si te marchas te quedas sin postre, y eso le ocurrió a algunos aficionados que daban por perdido el choque a falta de 10 minutos para que finalizara el partido. Tuvo que ser Baysse tras saque de falta, magistral, de Juanpi el que lograra el 2-3 y 4 minutos después, de nuevo Rolan, que ya consiguió el primero para los locales, marcase el definitivo empate a 3, y el Málaga empujaba de lo lindo. Es de esas veces que estás loco porque acabe un partido para no hacer más daño en la herida, a convertirse en todo lo contrario, a que si se dieran en lugar de 3 de añadido, 5, muy posible que hasta se hubiera remontado, Los blanquiazules salieron con el puñal entre los dientes tras los innumerables fallos, que se convirtieron en goles de los vascos. Ya se olía a derrota abultada, y más jugando con 10 desde hacía muchísimos minutos por una absurda discusión de Kuzmanovic con el trencilla del partido, el colegiado Del Cerro Grande, que no medía la misma intensidad para unos que para otros, precisamente el segundo gol de los bilbaínos vino precedido de una falta al propio Kuzmanovic que no señaló cuando Muniain rebañó el talón del jugador local, que fue seguido del tanto de Williams, y a la jugada siguiente ocurrió lo mismo, pero esta vez fue el Balcánico el que cometió la falta y no solo la pitó, sino que le sacó amarilla, con lo que el punto de hervor de este tranquilo jugador, llegó a su punto de ebullición y así se lo hizo saber al colegiado que no se lo pensó, roja y a la calle en el minuto 53 de partido. El Málaga jugó 40 minutos con un hombre menos, con 1-2 y eso era demasiado peso para una losa que se antojaba casi insalvable.
Pero cual Ave Fénix los pupilos de Míchel resurgían de sus cenizas y en 10 minutos empataban un partido que ya señalaba la puerta de salida del míster blanquiazul. Totalmente inmerecida, por supuesto.
Ha sido un partido de garra. Tal vez puede ser el comienzo del, ojalá, resucitar de los malacitanos. Porque han demostrado que con empuje y fe se puede salir de un pozo en el que estaban hundidos. Hoy se ha demostrado, asimismo, que con el empuje de la grada son más de 11, y la prueba es que con 10 nunca bajaron los brazos, el que faltaba lo ponían las casi 24.000 gargantas que estaban en el estadio.
Me van a permitir, queridos lectores, que no señale a nadie del equipo, todos se merecen aunque haya sido por este meritorio empate, sí solo 1 punto, pero que sabe a verdadera gloria, pero creo que el míster debería de hablar con su doblemente pupilo, como jugador y como hijo. No es que lo haya hecho mal, han habido muchos fallos, pero precisamente por ser hijo del míster, la grada lo señala aun más, y eso no es beneficioso para el equipo y ni muchísimo menos para el jugador, pues la sensación de impotencia puede hundir al chaval.
Adrian en el aspecto un poco por debajo del resto, pero por encima de todos, aquí sí que me van a permitir nuevamente una salvedad, pero no sería justo pasar por alto la labor de Diego Rolan. Inconmensurable. Ya tiene el brazalete de ídolo de la afición. Estaba en todos lados. Y con dos goles ha sido el verdadero salvador del partido, el primero que buenamente lo podría haber firmado un tal Isco o un tal Messi.
Jugadorazo que en dos partidos ha callado (y seguirá callando) muchas bocas. Y nombro a otro jugador, al que tal vez el golpe recibido y los 18 puntos de sutura, han hecho un poco de mella en el siempre bregador Luis Hernández, pero sus fallos se convierten en goles en contra.
Tal vez ha sido un partido en el que han ido de menos a más, incrementado en los últimos 10 minutos, y este debe ser el alma que deben poner el próximo sábado en Nervión. Difícil choque con los de la capital andaluza. Mal equipo para enfrentarnos por aquello de la distancia económica y la siempre lucha regional. Pero visto lo visto, este Málaga tiene mucha pegada, mucho coraje, mucha fe y desde hoy mucha confianza.
3-3 que ha resultado especialmente sabroso. Un punto que sobre todo nos hace abandonar el farolillo rojo de la tabla.
¡VAMOS MÁLAGA!
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