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Vistas de Málaga desde el cerro, este verano. A.V.
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La nueva Inquisición, paradójicamente importada de Estados Unidos, avanza con paso firme, así que si ya hay miembros del Santo Oficio que censuran la vida privada de Pablo Ruiz Picasso -un artista nacido en 1881- desde la cómoda atalaya moral de 2022, vendrán nuevos disparates de este anacrónico pero poderoso Ministerio del Tiempo.
Así, puede que llegue el día, en este mismo siglo, en que algún moderno Torquemada pida retirar las cruces que coronan un par de montes de Málaga, algunos de ellos con nombres tan sectarios y contrarios a la concordia ecuménica como el Monte San Antón. Todo se andará.
Pero mientras los majarones calientan motores y hacen carrera política, hoy hablaremos del ‘San Antoñito‘, como algunos malagueños conocen un cerro vecino del, por ahora, Monte San Antón.
El 'San Antoñito', a la derecha, con el San Antón al fondo con sus tres picos. A.V.
La colina, por tanto, no se corresponde con las Tetas de Málaga, pero recibe este diminutivo por su cercanía al monte y porque, quien la corona, comprobará que ofrece unas vistas parecidas a la del San Antón, sólo que a menor altura y con bastante menos esfuerzo. Así que este camino es apto para casi todas las edades y si alguien echa en falta algo más de ejercicio físico, puede optar por subir al ‘San Antoñito’ desde la avenida Juan Sebastián Elcano, arroyo Jaboneros arriba y enlazar con las respetables cuestas de Miraflores del Palo, un par de ellas comparables a las de Pinares de San Antón, como el tramo final de la calle Maestro Solano.
Siguiendo esta última calle el paseante conectará con la calle Escritor Andrey Brincio y deberá tomar el puente que atraviesa la autovía. Enfrente tendrá el San Antoñito, un cerro cortado por necesidades de las comunicaciones, al que se asciende siguiendo un corta pero bravía cuesta de tierra.
Antes de ascender, verá un cartel que prohíbe tirar escombros y casi a sus pies una recia escombrera que como las nieves del Himalaya, es perpetua, obsequio al Medio Ambiente de algunos mamíferos bípedos a los que les falta un hervor cívico.
Escombrera junto al cartel de prohibido arrojar escombros, al inicio de la cuesta al cerro, a la izquierda. A.V.
Cuando el paseante llega al final de la intensa cuesta de tierra, que es aconsejable ascender ‘piano piano’, ya sólo le restará la subida al cerro propiamente dicha, un corto paseo que tendrá como premio el Monte San Antón a la espalda y enfrente, unas vistas de la Bahía de Málaga esplendorosas, sobre todo en días sin nubes, con la Sierra de Mijas al fondo, la ciudad a los pies y el Camino de Vélez abriéndose paso entre colinas.
Es el ‘San Antoñito’, libre hasta la fecha de inquisidores y otras malas hierbas. Aprovechen.
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