Incapaz de marcar goles cantados por falta de calidad en sus futbolistas de ataque, al final Simeone salvó un punto en el 87 después de haberse adelantado los andaluces en el 78.
Doblan las campanas al fondo. Este Real Zaragoza de noviembre tiene mal color. El peligro es muy serio en el horizonte. No supo ganar a un colista muy colista que sigue siendo colista, el Málaga. Rival que se quedó con 10 hombres en el minuto 13 y jugó, por lo tanto, 83 minutos en inferioridad numérica. Y al final tuvo que salvar un punto en un error del adversario en el minuto 87 porque los andaluces de habían adelantado 0-1 a falta de 12 minutos en su única salida de campo propio en toda la segunda mitad. Síntomas llenos de augurios nada agradables los vividos por el zaragocismo en esta fría noche de noviembre .
Sensaciones entremezcladas las que dejó el primer Zaragoza de Escribá en el primer tiempo, confusas, con gotas de mejoría pero con predominio de lo defectuoso del proyecto fallido de agosto. Porque ese primer periodo se vio mediatizado, para beneficio aragonés, por la tempranera expulsión del lateral malaguista Jiménez, por juego violento peligroso sobre Bermejo en zona de nadie en el minuto 13. Si el colista Málaga ya venía tocado a La Romareda, ese duro golpe al hígado lo dejó sin respiración para el resto del choque. Y en esa tesitura, como el último día de Carcedo en Vitoria ante el Alavés o, mes y medio antes en casa ante el Eibar, al equipo blanquillo le tocaba coger la gran responsabilidad de manejar el timón en superioridad numérica.
Las flechas hacia arriba las mostraron los jugadores manejando la pelota en campo contrario preferentemente, nada de pelotear a lo tonto en la zona de centrales. Eso parece que se ha terminado, gracias a Dios. Y también el intento de afrontar el uno contra uno de los Bermejo, Mollejo, Zapater, Fuentes… Escribá ha causado efecto en ese sentido, en la intención. La respuesta, de entrada, fue insuficiente por falta de calidad. Y es que cuando Busquets Ferrer, el árbitro, pitó el descansó, en el cerebro de todos los zaragocistas había una palabra impresa: desesperación. Lo de cada día cuando se trata de no marcar goles. Qué incapacidad permanente tiene este equipo delante de las porterías. Sus errores en las cinco ocasiones claras que se gestaron en tan largo tiempo con un hombre más fueron tremendos. Simeone, esta noche invernal, salió con el punto de mira torcido.
Gámez en el minuto 5 marró la primera, solo en el área tras un fallo previo en el remate de Bermejo a pase de Simeone, la colgó en el segundo anfiteatro. El propio Simeone inició su día obtuso en el 20, solo mano a mano ante Yáñez tras un toque de Mollejo (segundo punta en el 4-4-2 nuevo de Escribá), que concluyó mal, enviando al latera de la red con todo a favor. Bermejo fallaría la más clara, a quemarropa en una contra muy bien llevada por el equipo en la mejor jugada de la noche, que acabó Zapater con una asistencia de oro para que el ‘10’ tirase al muñeco y Yáñez sacase a córner con fortuna en el minuto 29. De nuevo Simeone arrugó una opción de gol, cabeceando en el área pequeña al poste en el 38. Aún tenía el gesto torcido el argentino por su mala pata cuando, en el 40, otra vez solo ante el portero rival a pase de Mollejo, culminó fatal, cruzado, fuera. Si se tienen goles tan claros y se desperdician uno tras otro, los problemas pueden ser mayúsculos. Aunque enfrente haya un rival que es el último clasificado y está con 10 piezas desde el minuto 13.
Y menos mal que en la única llegada del capitidisminuido Málaga, en el minuto 28, el capitán Luis Muñoz no colocó mejor su volea desde 25 metros y dio lugar a una buena parada de Ratón, enviando el balón por encima del larguero para evitar el 0-1. Desde muy pronto pareció cuestión de tiempo que el Zaragoza decantase el marcador a su favor. Pero de nuevo quedó patente su letal carencia de gol, que urge solucionar en enero con cuatro futbolistas diferentes (cuatro, ni tres, ni dos, ni uno). Así que todo quedó pendiente de la segunda parte, en la que se aventuraban mil movimientos de ajedrez.
Escribá empezó la segunda parte con el cambio de Larrazabal por el amonestado y fuera de sintonía Gámez. El resto, todo igual. Y Pepe Mel simplemente cruzó los dedos para que la ceguera ofensiva zaragocista durase hasta las 11 de la noche, algo que parecía posible visto lo visto en el ecuador del duelo. Como suele ocurrirle este año al cuadro blanquillo, el paso por los vestuarios no le vino nada bien. Se enfrió su poca imaginación. Se alcanzó enseguida el minuto 55 y no había pisado el área malacitana. Y empezaron a sonar pitos desde la grada. La gente no aguanta ya demasiado la sensación de impotencia asumida. Lo dicho al principio, cunde la desesperación por insolvencia. Y el apagón después de intermedio fue evidente. Faltaban velocidad y esas ganas del inicio del choque.
La primera oportunidad de gol llegó a balón parado en el 63. Simeone, por enésima vez, la tuvo en su cabeza, solo en el segundo palo, a la salida de un córner de Zapater. Pero Yáñez evito el gol por alto en la misma escuadra. Esto espoleó a los zaragocistas que, un minuto después, lamentaron el error serio de Mollejo, tras tres regates en carrera, solo ante el guardameta rival. Se la dio a las manos con la portería para él. No había manera. Los nervios iban en aumento, como es de ley en días así. Los zaragocistas empezaron a sentirse retratados. Con los fantasmas del Diocesano sobrevolando La Romareda, Y los del Alavés. Y los del Eibar. No saben jugar con uno más ni contra el peor de la categoría. Escribá ha heredado un equipo amorfo.
Se entró en los últimos 20 minutos en medio de una improvisación sin ninguna chispa. Este Zaragoza no transmite nada. Puche relevó a un intrascendente Vada. Tampoco Escribá ve a Gueye como revulsivo. Qué malas emisiones futbolísticas debe estar dando este futbolista en los entrenamientos para no jugar ni en momentos como este, tan apropiados para un ariete de 1,95. Eugeni dio relevó en la recta final a Zapater, que estaba siendo el más clarividente. Entretanto, en el 74 Bermejo lanzó una falta lateral con rosca y el balón dio en el larguero, con Yáñez rebasado. La resolución del duelo, si la había, quedaba servida para la épica en caso de victoria zaragozana o, para el milagro, si el Málaga enganchaba una oportunidad aislada.
En el 76, Lluís López cabeceó a placer un nuevo saque de esquina y su remate picado lo sacó Yáñez por encima del larguero. No se pueden fallar esos goles en el fútbol profesional. Y enseguida se vio hacia dónde iba a decantarse la disyuntiva antes olisqueada. Hacia el milagro del Málaga. Haitam, que acababa de entrar en un triple cambio de Mel en el 77, en el primer balón que tocó, superó a Ratón desde el pico del área grande en un balón muy parable que se comió el gallego, como suele ser hábito en su mal fario tradicional. Faltaban 12 minutos y el añadido y la tragedia estaba en marcha. Un partido de 5-0 estaba 0-1 por la minúscula calidad de los jugadores creativos y ofensivos del Real Zaragoza matriculado por Torrecilla en agosto. Un equipo que probablemente no dé la talla para competir normalmente en esta categoría a largo plazo.
Menos mal que el obturado Simeone, cuya casta lo salva siempre de cualquier sospecha, aprovechó en el 87 un error monumental de la zaga andaluza en un córner para batir por raso a Yáñez, por fin franqueado (el balón tocó en un defensor y fue crucial, pues de no ser así parece que la pelota no iba entre los tres palos).
Se evitaba ahí un roto tremendo, aunque no se esquivaba el bofetón global de realidad recibido nuevamente por todo el zaragocismo, ahora con Escribá en vez del defenestrado Carcedo como pararrayos de tamaña situación perniciosa. Ojo al futuro más inmediato.
Real Zaragoza: Ratón; Gámez (Larrazabal, 46), Lluís López, Jair, Fuentes; Grau (Francho, 80), Zapater (Eugeni, 73); Bermejo, Vada (Puche, 66); Mollejo (Gueye, 80) y Simeone.
Málaga CF: Yáñez; Bustinza, Juande, Burgos, Javi Jiménez; Escassi (Genaro, 68), Luis Muñoz (Ramalho, 77); Hervías (Haitam, 77), Febas (Jozabed, 77), Cristian Gutiérrez; y Sol (Loren, 60).
Árbitro: Busquets Ferrer (Comité Balear). Expulsó a Javi Jiménez (13) con roja directa por juego violento sobre Bermejo. Amonestó a Gámez (30), Bermejo (67), Febas (73) y Burgos (83).
Goles: 0-1, min. 78: Haitam. 1-1, min. 87: Simeone.
Incidencias: Noche muy fría en Zaragoza, con 7 grados al inicio del duelo (las 21.00) y viento gélido. El césped de La Romareda presentó un buen aspecto. En las gradas hubo alrededor de 16.500 espectadores, media entrada. El Real Zaragoza volvió a cambiar de banquillo, retornando a lo tradicional, tras la modificación que estableció Carcedo en agosto.
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